EL LADRÓN DE SEGUNDOS
Basta ya de tanta estupidez!!!… Señor juez, ¿me permite exponerle un par de ideas? Como acusado tengo derechos.
En primer lugar, quiero decir que todos están confundidos. No tienen porque tratarme como a un ladrón cualquiera, porque no lo soy. Efectivamente soy un ladrón, pero uno con clase, unos de esos hampones que ya no hay, digamos que chapado a la antigua, soy un hombre educado y de buenos sentimientos, y de una vez que quede claro, no pretendo quedar libre, que se me juzgue, pero con la categoría que un caballero como yo merece.
… Todo comenzó esa mañana que por fin me paré de la cama, tras una semana infame, una de esas semanas que pudieron no haber existido pero que debieron hacerlo para vivir ese momento. Había pasado días y días pegado al monitor de mi computadora, en la búsqueda de señales para seguir andando este sinuoso camino, que es mi vida… y que cada vez comprendía menos…
Hasta que de pronto, mi mundo dio un giró, que despertó en mí instintos que no conocía. He de aclarar, que nunca antes había visitado los anuncios personales de la red, pero ustedes saben que el ocio fomenta necesidades que sólo se mitigan con la vanalidad. O me van a decir, que no les gusta ver de pronto alguno de esos reality shows… que tanto están en boga en nuestros días.
“Busco a un hombre con pasión que ame mojarse bajo la lluvia, que valore las platicas con vino tinto, que coleccione instantes, que le gusten las películas que le toquen fibras y alguna que otra comedia romántica, que no tenga miedo a bailar sin música y sobretodo, QUE SEPA ROBAR UN BESO…”
Señores del jurado, ese anuncio tenía mi nombre excepto por un detalle, no tenía la experiencia necesaria en el último punto… O acaso, ¿creen que un escritor frustrado, neurótico comprobado y encantador de profesión no tiene derecho a sentir? Ya basta que este mundo relegue a los que pasamos en la cama días enteros tratando de encontrar respuestas a preguntas que no nos atrevemos a formular. ¿Qué un hombre hastiado de la rutina no puede vivir un sueño?, ¿Qué acaso la eternidad no comienza en lunes?
Antes de contestarle a la princesa de mi propio cuento citadino, tenía que ser perfecto para ella, el dragón que debía matar era mi propio miedo; mi armadura, ese traje que recién había comprado y mi espada medio frasco de loción, no hay rival que se le resista a un hombre que huela bien. La torre donde mi princesa esperaba ese beso que la reviviría de su letargo… era mi reto.
Me di un baño y quedé cual verdadero príncipe, uno de Disney pero con rostro masculino. Y tras ese hermoso ritual de soldado que sale valeroso al encuentro con su destino, salí de mi casa en la búsqueda de mi primera víctima…
Al verla, rubia, con ese andar de ejecutiva que puede hacer suspirar a cualquiera, con una de esas miradas que invita a pecar y con esos labios rosas llenos de brillo sabor a vainilla, supe que era ella…
- Disculpe bella dama, me podría dar su hora…
- Claro que sí notable caballero, son las 3:59 PM
- Permítame felicitarla porque acaba de hacer sin saberlo el mejor trato de su vida… yo la haré feliz por un instante y usted me hará eterno. Dichosa usted que sabe quien le robó un segundo.
Su cara lo decía todo, no me importó, la tomé entre mis brazos y le robé ese beso mientras acariciaba su pelo y bebía a sorbos el instante del cuál estaba siendo despojada.
Nada dije, más allá de lo dicho “oscularmente”, si me permiten la expresión.
Obviamente ella, por la sorpresa; y sin falsas modestias, por la maestría de quien les habla, no pudo articular sonido alguno.
Y así paso el tiempo, siempre incrementando mi dicha con esa hermosa colección, primero cada tercer día, luego cada 9 horas, por último… cada 29 minutos. Hasta que por fin decidí que ya era tiempo y respondí a ese anuncio… al de mi princesa de mi propio cuento. Hicimos una cita y me presenté el día acordado, y sin más preámbulos mirándola a los ojos le dije: Aquí tienes al hombre que buscas… y fui firme, pero a la vez suave y gentil para robarle un beso… el beso que sellaría el trato.
Ahora mismo es mi compañera, mi lluvia, mi desnudez y mi eternidad.
Díganme una vez más de que se me acusa… porque no lo entiendo. O es acaso que no entienden que una vida es una colección de instantes que se acumulan en el infinito… y que la eternidad consiste en acumular, los más… Que no saben que Dios es eterno porque los acumuló todos en el momento en que nos brindó la luz, a cambio del primer segundo de vida… y que esa primera nalgada es la firma ineludible que ampara su trato. Entonces, que lo llamen también a juicio porque somos tan culpables el uno como el otro.
Aún así me mantendré de pie y firme como el caballero que soy, denme por pena los años que les plazcan… Al fin y al cabo, más instantes vendrán y yo, yo mis queridos juzgadores….
…Yo ya soy eterno.
En primer lugar, quiero decir que todos están confundidos. No tienen porque tratarme como a un ladrón cualquiera, porque no lo soy. Efectivamente soy un ladrón, pero uno con clase, unos de esos hampones que ya no hay, digamos que chapado a la antigua, soy un hombre educado y de buenos sentimientos, y de una vez que quede claro, no pretendo quedar libre, que se me juzgue, pero con la categoría que un caballero como yo merece.
… Todo comenzó esa mañana que por fin me paré de la cama, tras una semana infame, una de esas semanas que pudieron no haber existido pero que debieron hacerlo para vivir ese momento. Había pasado días y días pegado al monitor de mi computadora, en la búsqueda de señales para seguir andando este sinuoso camino, que es mi vida… y que cada vez comprendía menos…
Hasta que de pronto, mi mundo dio un giró, que despertó en mí instintos que no conocía. He de aclarar, que nunca antes había visitado los anuncios personales de la red, pero ustedes saben que el ocio fomenta necesidades que sólo se mitigan con la vanalidad. O me van a decir, que no les gusta ver de pronto alguno de esos reality shows… que tanto están en boga en nuestros días.
“Busco a un hombre con pasión que ame mojarse bajo la lluvia, que valore las platicas con vino tinto, que coleccione instantes, que le gusten las películas que le toquen fibras y alguna que otra comedia romántica, que no tenga miedo a bailar sin música y sobretodo, QUE SEPA ROBAR UN BESO…”
Señores del jurado, ese anuncio tenía mi nombre excepto por un detalle, no tenía la experiencia necesaria en el último punto… O acaso, ¿creen que un escritor frustrado, neurótico comprobado y encantador de profesión no tiene derecho a sentir? Ya basta que este mundo relegue a los que pasamos en la cama días enteros tratando de encontrar respuestas a preguntas que no nos atrevemos a formular. ¿Qué un hombre hastiado de la rutina no puede vivir un sueño?, ¿Qué acaso la eternidad no comienza en lunes?
Antes de contestarle a la princesa de mi propio cuento citadino, tenía que ser perfecto para ella, el dragón que debía matar era mi propio miedo; mi armadura, ese traje que recién había comprado y mi espada medio frasco de loción, no hay rival que se le resista a un hombre que huela bien. La torre donde mi princesa esperaba ese beso que la reviviría de su letargo… era mi reto.
Me di un baño y quedé cual verdadero príncipe, uno de Disney pero con rostro masculino. Y tras ese hermoso ritual de soldado que sale valeroso al encuentro con su destino, salí de mi casa en la búsqueda de mi primera víctima…
Al verla, rubia, con ese andar de ejecutiva que puede hacer suspirar a cualquiera, con una de esas miradas que invita a pecar y con esos labios rosas llenos de brillo sabor a vainilla, supe que era ella…
- Disculpe bella dama, me podría dar su hora…
- Claro que sí notable caballero, son las 3:59 PM
- Permítame felicitarla porque acaba de hacer sin saberlo el mejor trato de su vida… yo la haré feliz por un instante y usted me hará eterno. Dichosa usted que sabe quien le robó un segundo.
Su cara lo decía todo, no me importó, la tomé entre mis brazos y le robé ese beso mientras acariciaba su pelo y bebía a sorbos el instante del cuál estaba siendo despojada.
Nada dije, más allá de lo dicho “oscularmente”, si me permiten la expresión.
Obviamente ella, por la sorpresa; y sin falsas modestias, por la maestría de quien les habla, no pudo articular sonido alguno.
Y así paso el tiempo, siempre incrementando mi dicha con esa hermosa colección, primero cada tercer día, luego cada 9 horas, por último… cada 29 minutos. Hasta que por fin decidí que ya era tiempo y respondí a ese anuncio… al de mi princesa de mi propio cuento. Hicimos una cita y me presenté el día acordado, y sin más preámbulos mirándola a los ojos le dije: Aquí tienes al hombre que buscas… y fui firme, pero a la vez suave y gentil para robarle un beso… el beso que sellaría el trato.
Ahora mismo es mi compañera, mi lluvia, mi desnudez y mi eternidad.
Díganme una vez más de que se me acusa… porque no lo entiendo. O es acaso que no entienden que una vida es una colección de instantes que se acumulan en el infinito… y que la eternidad consiste en acumular, los más… Que no saben que Dios es eterno porque los acumuló todos en el momento en que nos brindó la luz, a cambio del primer segundo de vida… y que esa primera nalgada es la firma ineludible que ampara su trato. Entonces, que lo llamen también a juicio porque somos tan culpables el uno como el otro.
Aún así me mantendré de pie y firme como el caballero que soy, denme por pena los años que les plazcan… Al fin y al cabo, más instantes vendrán y yo, yo mis queridos juzgadores….
…Yo ya soy eterno.
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